domingo, 29 de junio de 2014

TURISTAS Y VAGABUNDOS.

Este artículo está sacado de la Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales, y nos habla del “consumismo y obsolescencia programada”. A medida que hemos ido leyendo, hemos ido sacando ciertas ideas principales que a continuación comentaremos.
En un primer momento nos cuenta, a modo de introducción, que todos estamos en continuo movimiento, aunque estemos sentados en el sofá de casa. Todo lo que nos rodea nos permite un movimiento global, internacional, temporal y espacial. La distancia y el espacio, como bien se menciona en el artículo, ya no son un obstáculo para nadie. Se acabaron los límites en definitiva.
Esta continua interacción que tenemos con el mundo exterior, nos hace partícipes del mundo en movimiento, de lo que pasa en el mundo, de la publicidad, y del consumismo a fin de cuentas. En el consumismo también hay un movimiento continuo. Se nos ofrecen miles de productos y servicios, y antes de que seamos conscientes de ellos, ya nos los han cambiado por otros nuevos.
Haciendo referencia al texto, nos encontramos en una sociedad de consumo siendo consumidores, siendo esa nuestra tarea fundamental. El problema es que actualmente no se consume por necesidad, sino que se consume por consumir, sin motivo alguno, sin una necesidad que satisfacer.
De esto se encarga el consumismo al completo. Los creativos que buscan que consumamos crean en nosotros una necesidad que tenemos que satisfacer con esos productos, casi siempre, falsas necesidades. De hecho, como se dice en el texto, crean una satisfacción instantánea, inmediata al adquirirlo, pero que no dure mucho más, que acabe enseguida para que podamos tener nuevas falsas necesidades que satisfacer.
Muchas personas consumen por el hecho de la satisfacción que ello les aporta, apareciendo los consumidores compulsivos, por ejemplo. Nos mantienen en alerta con nuevos productos, con nuevas tentaciones y con una insatisfacción que hay que remediar continuamente.
No todos somos consumidores sin cerebro, sino que muchos consumimos lo que realmente necesitamos, o al menos, eso creemos. Nadie puede elegir entre ser consumidor o no, ya que todos consumimos, de igual manera que nadie puede elegir en la sociedad en la que le toque vivir y menos en el nivel adquisitivo que desee.
Cruelmente la sociedad se divide en “los de arriba” y “los de abajo”, también conocidos en este artículo como turistas y vagabundos. Ambos han nacido en la misma sociedad consumista, pero la diferencia entre ellos es clara, unos pueden permitirse vivir en esa sociedad consumista, y otros no.
Como hemos dicho al principio, todos nos movemos, en mayor o menor medida, pero todos lo hacemos, ya seamos turistas o vagabundos, línea divisoria que es muy fácil de cruzar. Algunos se mueven por placer y otros porque no les queda más remedio. Sin vagabundos, por crueles que parezcan las palabras, no hay turistas.

A modo de reflexión personal, pensamos que la sociedad en la que nos ha tocado vivir es injusta para muchas personas que no pueden permitirse estar al nivel que dicha sociedad marca. La globalización lo único que hace es remarcar más las diferencias entre unos y otros, satisfaciendo únicamente los sueños y deseos de los turistas.
Vivimos en un mundo en el que sabemos que hay gente que pasa hambre, gente con recursos limitados, gente que daría lo que fuera por un poco de ayuda, y sin embargo, no hacemos nada. Los turistas se limitan a pasar por sus lados, mirándolos con desprecio, lástima, incluso repulsión, pero no se dan cuenta que si fueran un poco más humanos, los vagabundos podrían ir desapareciendo poco a poco.
Aquí tenemos la clave entonces, la humanidad. La globalización, la sociedad en la que vivimos, el consumismo, hace que las personas pierdan su humanidad, solo quieren más y más para ellas, sin importarle el de al lado. Potencian en las personas rasgos egoístas, falsas necesidades que deben satisfacer, cuando lo realmente importante está en la calle, justo al lado de la puerta de la tienda o el bar donde vas a consumir sin control, tirado en el suelo.

Todos deberíamos pararnos a pensar antes de consumir sin conocimiento. Pensar en lo que realmente necesitamos y no dejarnos influenciar por la sociedad del consumo, ni por la publicidad, etc. Quizás, con un poco de suerte, acabaríamos con las diferencias tan remarcadas entre turistas y vagabundos. Quizás así podríamos echar una mano al que tenemos al lado. Quizás así la sociedad volviese a ser un poco más humana.

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